La Cierva de Cerinea tenía las astas de oro y las pezuñas de bronce y estaba consagrada a Artemisa, diosa de la caza y protectora de los animales; la cierva poseía una gran velocidad lo que hacía imposible capturarla, moraba en el monte Cerineo.
Otra versión cuenta que la ninfa pleyade Taigete fue convertida en cierva para escapar del acoso de Zeus y después Artemisa quiso capturarla para juntarla con los otros ciervos que tiran de su carruaje, pero escapó debido a su gran agilidad y velocidad.